jueves, 30 de enero de 2014

Megaminería en Jericó

 ¡Es el momento de la unidad, es el momento de la lucha, es el momento de la dignidad, es el momento de dar la pelea para transformar el país y darle una vida digna a nuestra gente y a nuestros hijos!



Hace apenas dos semanas la Contraloría General de la Nacional, un órgano estatal que expresa la opinión de ellos, los que están en el establecimiento, los que detentan el poder sobre 46 millones de personas que habitan este país, publicó la segunda parte de un estudio sobre la minería en Colombia. En ese documento se señalan cosas muy interesantes, entre ellas:

 1. Que los municipios mineros, tanto de carbón como de oro, tienen condiciones de vida inferiores incluso a las de los pueblos cocaleros.

 2. Que incluso los pueblos y ciudades petroleras, como Barrancabermeja, Puerto Gaitán o Cartagena, tienen condiciones de vida que apenas si pueden calificarse como “promedio”.



 Estas dos conclusiones dicen mucho. Para empezar, pensemos un momento en los pueblos cocaleros. ¿Cuál es la realidad de estos municipios, ubicados en todas las latitudes del país, pero especialmente en el sur? Todos la conocemos: miseria, mucha miseria, desnutrición, inadecuada cobertura de servicios públicos, contaminación de fuentes hídricas y de la fauna y la flora, todo ello en medio de un ambiente de gran violencia. Y lo que dice el informe de la Contraloría es que los municipios mineros ¡viven peor! ¿Se imaginan ustedes lo que eso significa, lo que eso quiere decir en cuanto a cómo van a cambiar las condiciones de vida en Jericó, si sus habitantes no paran los proyectos de minería en el municipio? Uno no necesita ser muy pesimista para saber lo que se le viene al pueblo de Jericó, sólo necesita mirar hacia esos pueblos cocaleros para darse una idea de lo que se le viene a Jericó. O también mirar la situación en municipios donde existe minería ilegal de oro, como en Tarazá o Caucasia, pueblos devastados por el conflicto armado, que se nutre de las “vacunas” de los grupos armados le cobran al pequeño minero para mantener su escalada de guerra, muerte y destrucción. No, la realidad de la minería no es la de un paraíso por conquistar, sino la de un infierno por descubrir y padecer.

 Un solo dato ayuda a entender las implicaciones de la minería del oro en toda su trágica extensión: para extraer un solo gramo de este metal se necesitan 1.060 litros de agua, mientras para producir ese mismo grano, pero de arroz, papa o leche, se necesitan menos de dos litros, MENOS DE DOS LITROS!!!! La extracción de oro, tal y como se practica en países pobres y dependientes como el nuestro, genera en un año más contaminación que la que produce, en ese mismo año, una ciudad como Bogotá. ¿Eso que implica? Que esas toneladas de oro que piensan sacar de Jericó les va a costar a ustedes, al pueblo, enfermedades de toda clase: respiratorias (por los químicos utilizados y su expansión a través del aire), intestinales y de toda clase, porque además, el cianuro y otras sustancias altamente tóxicas se riegan por los ríos y terminan parando en la cocina de todos ustedes, en el agua que usan para preparar los alimentos, y por eso mismo ustedes van a tener una explosión de enfermedades que en este momento no conocen, y que obviamente no serán reconocidas ni por la multinacionales que operen en Jericó (a las que sólo les importa extraer riqueza), ni por el Estado, que además de permitir tal baño silencioso de sangre y muertes por enfermedades, no promueve un adecuado sistema de salud, porque su “reforma” mantiene la privatización de la salud de los colombianos a través de las EPS, ahora llamadas “gestoras”, pero siempre ladronas del dinero y la salud de los colombianos.



¿Por qué, si La minería es tan buena, no la practican los países desarrollados en sus territorios? En los países europeos hace ya más de dos décadas que se prohibió la minería del carbón, a pesar de que tienen muchos yacimientos, por los costos ambientales. En Sudáfrica los daños a la salud y los pésimos salarios fomentan rebeliones ciudadanas, a las que la policía responde con balas. En Perú la minería de oro ha generado gigantescos problemas ambientales y enconadas revueltas de la ciudadanía. En Argentina la movilización ciudadana ha impedido el desarrollo de grandes proyectos mineros, e incluso aquí en Colombia, en departamentos como Santander (páramo de Santurbán), o en municipios como Cajamarca (Tolima) y Támesis, aquí cerca, la gente se ha pronunciado en contra de estas explotaciones mineras y han impedido que se lleven a cabo. En Marmato, Caldas, la multinacional Glencore tuvo que pagar miles de millones de dólares para trasladar A TODO EL PUEBLO a otra parte, cosa que todavía no se ha terminado de hacer, y que incluso implicó el asesinato del sacerdote del pueblo, que se oponía a la explotación minera, en “extrañas circunstancias”. Esos son algunos de los ejemplos que el pueblo de Jericó puede tomar como experiencia para oponerse a este proyecto de expropiación y expoliación de la comunidad. Expropiación, porque no piensen ustedes que esa plata de la minería se va a quedar ni en el pueblo ni en el país: se la van a llevar las multinacionales para sus países de origen y, además, van a dejarles serios problemas económicos, como el de la inflación, es decir, que las cosas que ustedes compran les van a salir cada vez más caras, porque el movimiento de oro va a implicar una fuerte subida de los precios de los alimentos, de las mercancías y hasta de los arriendos, todo ello sin generar empleo, porque la tasa de generación de empleo de la minería es insignificante.



Por todas estas razones, nosotros nos oponemos a la explotación minera en el municipio de Jericó y en el resto del país, por sus altos costos ambientales, de salud y económicos, que superan enormemente los escasos “beneficios” que pueda generar dicha explotación, beneficios que, por cierto, no serán para la comunidad, sino para los funcionarios corruptos del ministerio de minas y de medio ambiente. También por estas razones manifestamos nuestro apoyo decidido al pueblo de Jericó en su movilización contra la megaminería de oro, afirmamos nuestro compromiso de acompañarlos, en el congreso, pero también y sobre todo en las calles, en el día a día, en esta importante lucha que están llevando a cabo.

 ¡Es el momento de la unidad, es el momento de la lucha, es el momento de la dignidad, es el momento de dar la pelea para transformar el país y darle una vida digna a nuestra gente y a nuestros hijos!

 ¡Vamos por los Derechos!
 vamosporlosderechos.org 
dubanvelez.blogspot.com

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